Soñaba que era una caía infinita y oscura. No había nada más sino el mero sentimiento de estar cayendo, del vacío sosteniéndome en su absoluta oscuridad, porque nunca caía, nunca llegaba al fondo. Y entonces cuando el miedo de terminar aplastado en el fondo se apoderaba de mi mente, apretaba las manos y luchaba para abrir los párpados y ver el techo del cuarto y saber que no se aleja, que la cama está en mi espalda, que el ventilador me sopla en la cara y me mueve el cabello. Mi mente trataba de retomar el control de mi cuerpo, tratando de vencer el miedo. Porque me mantenía cayendo, pero nunca caía.
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