De tanto en tanto tengo estas noches como la de hoy. Sensación de que no soy capaz. Mal presentimiento. Siento que ha pasado tanto tiempo desde que me fui por un camino que no debía, pero tenía, y tal vez sea tarde volver. Miedo de no ser capaz de encaminarme. Temor de perder ese buen lugar al que deseo llegar, no más en mi mente. Se va. Vuelve. Se queda. Quédese. Te quedas. Quédate, por favor. Pensamietos e imágenes de fracaso me agobían, me apretan el corazón, los pulmones, el pecho, el abdomen. Me apretan el entusiasmo. La bolsa de buen energía, le abres pequeños rotos, a veces muy grandes.
Solo por esta noche dejo ese boogieman. Mañana será otro día y me sentiré mejor. Mejor. He cambiado mucho. Estoy entusiasmado. Estoy tratando de olvidar el pasado, de no dejar que me joda. Pero hay noches como esta, tengo que dejarla pasar, dejarla aclarar. Sí, dejar que la noche oscura aclare. Ya pasará.
Pienso que nada está escrito. Pienso que no está escrito cómo vivir la vida, que no hay un cronograma. Todo a su tiempo, dicen. Pero yo digo: todo a mi tiempo. Todo al tiempo que a mí me toca vivirlo.
Pero entonces un dilema. Una contradicción. Por un lado "nada está escrito" por el otro "al tiempo que me toca vivirlo" Si me toca es porque está escrito, pero nada está escrito.